Como que al estar acostumbrándome a este blog donde puedo expresarme libremente y sin limitaciones, creo que mis largos estados de Facebook ya no serán más. Han quedado obsoletos. Y en esta ocasión planeo sembrar un poco de reflexión en la mente de cualquier persona que se pasée por estos lados y lea estas lineas.
Vivimos en un mundo que cada día se torna más frío y menos humano. Donde las maquinas y la tecnología cada vez están más presentes en la vida del hombre, quiéralo o no éste. Uno puede darse cuenta de esta situación en un simple viaje de metro, donde las personas mantienen su vista clavada NO en el sujeto que tengan próximo, NI en ir mirando si quiera hacia la ventana, sus ojos se tornan cada segundo hacia una pequeña pantalla entre sus manos que constituye toda su vida social. Porque lamentablemente así es. Las redes sociales más que ayudarnos a facilitar la comunicación unos con otros, han desplazado las otras formas de relación que existen. ¿Para que ir a visitar a un amigo si le puedo hablar por Whatsapp o Facebook?
Ya yendo por las ramas del árbol de las relaciones humanas me detendré en una particularmente: la amistad. Admito que luego de mucha reflexión, observación y anotaciones mentales he llegado a la conclusión de separar el concepto de amistad en dos secciones: los amigos y los conocidos simpáticos. Ustedes se preguntarán ¿Cuál es la diferencia entre ambos? Pues bien, si hablamos de un amigo como tal, se puede definir genéricamente como aquel sujeto donde depositamos nuestra confianza y con el cuál podemos charlar sobre cualquier cosa que se nos venga a la cabeza, con quién pasamos buenísimos ratos de risas y alegrías, con los que compartimos y entendemos un poco nuestras propias vidas. Los conocidos simpáticos, al menos para mi, tienen exactamente la misma definición, por lo que diferenciarlos de esta forma es prácticamente imposible. La brecha que separa un concepto de otro no es en lo que mencioné antes (los buenos momentos) si no todo lo contrario: los malos ratos.
Personalmente me he envuelto en gente que hasta hace antes de que haya construido toda esta reflexión, consideraba "amigos", pero como la gente dice: son en los momentos malos donde uno descubre quién es un amigo y quién no. Se sabe que un amigo estará contigo tengas o no dinero, estés feliz o estés triste, aunque le convenga estar contigo o aunque pierda todo lo que posea. Eso para mi define a un amigo, alguien cualquiera que estará contigo para los buenos ratos, pero sobre todo para los malos momentos. Aquel con quién cuentas para toda ocasión, porque en las buenas situaciones a uno le sobra gente, gente a la que yo llamo (justamente) los conocidos simpáticos, los que te alegran, te invitan a carretes y son una maravilla contigo, pero que en las situaciones difíciles no te pescan ni por si acaso. Otra fase es cuando ya los conocidos no cumplen su rol de divertir y ser buena compañía y pasan a ser solo conocidos o gente que conocemos muy bien, pero que ya no pesan en nuestras vidas.
Me da mucha tristeza que las personas cada vez se estén acostumbrando más a tratar con sus "amigos"a través de una pantalla y no se den los ánimos de ir a visitarlos, pero claro, si nosotros fuésemos una mujer que llama su atención, si necesitan un favor, plata o algo que los beneficie, no dudarían en correr a vernos. Para mi constituyen la misma mierda buena onda de los conocidos simpáticos. Muy difícilmente se merecen ser llamados amigos.
Estamos envueltos en una sociedad donde las personas prefieren postear un corazón frío en un muro en vez de dar un abrazo en vivo. Donde la atención al otro sólo existirá cuando exista algo que les entregue beneficio. Donde cada uno se preocupe solamente de uno sin importar la condición del otro.
Ahora bien, a los ojos de nuestros supuestos amigos ¿Seremos amigos como tales o sólo la mierda buena onda, los conocidos simpáticos?
"...Muchas veces somos incapaces de un genuino encuentro porque sólo reconocemos a los otros en la medida que definen nuestro ser y nuestro modo de sentir, o que nos son propicios a nuestros proyectos. uno no puede detenerse en un encuentro porque está atestado de trabajos, de trámites y de ambiciones. Y porque la magnitud de la ciudad nos supera. Entonces el otro ser humano no nos llega, no lo vemos. Está más a nuestro alcance un desconocido con el que hablamos a través de una computadora. En la calle, en los negocios, en los infinitos trámites, uno sabe - abstractamente - que está tratando con seres humanos pero en lo concreto tratamos a los demás como a otros tantos servidores informáticos o funcionales. No vivimos esta relación de modo afectivo, como si tuviésemos una capa de protección contra los acontecimientos humanos "desviantes" de la atención, los otros nos molestan, nos hacen perder el tiempo. lo que deja al hombre espantosamente solo, como si en medio de tantas personas, o por ello mismo, cundiera el autismo.-Sabato (La Resistencia)
(escribí todo sin parar, perdonad la redacción que supongo, estará mala)
@Robert
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